El lenguaje corporal de los caballos es un tema fascinante que refleja su complejidad como seres sociales y emocionales. Uno de los comportamientos que a menudo genera preguntas entre propietarios y aficionados a la hípica es el acto de lamer, especialmente en determinadas situaciones. Aunque este gesto pueda parecer simple, puede tener diferentes significados según el contexto en el que se produzca. Entenderlo es fundamental para interpretar adecuadamente lo que el caballo intenta comunicar.

En algunos casos, lamer puede ser un gesto de sumisión, particularmente después de una interacción con otro caballo o un ser humano. Los caballos, como animales de manada, tienen jerarquías muy claras y utilizan diversas señales para mostrar respeto o evitar conflictos. Por ejemplo, un caballo que lame tras recibir una corrección suave o durante un entrenamiento podría estar mostrando aceptación de su posición en la relación con su jinete o entrenador. En este contexto, el gesto se interpreta como una señal de disposición a cooperar.

Sin embargo, lamer también puede estar relacionado con el estrés, especialmente si se realiza de manera repetitiva o en situaciones donde el caballo se siente inseguro. Los caballos son muy sensibles a su entorno, y comportamientos como lamer, mover los labios o mascar sin alimento pueden ser una forma de liberar tensión. Esto se observa con frecuencia en contextos donde el caballo se siente presionado, como durante un entrenamiento intensivo o en ambientes desconocidos.

La clave para interpretar este comportamiento radica en observar el contexto general y otros signos que acompañen al acto de lamer. Por ejemplo, un caballo relajado que lame ocasionalmente después de un buen trabajo probablemente esté mostrando que se siente a gusto. En cambio, si el lamer es continuo y va acompañado de señales como orejas hacia atrás, movimientos nerviosos o rigidez muscular, podría ser un indicativo de malestar o ansiedad.

Por tanto, es fundamental que los jinetes y propietarios desarrollen una atenta capacidad de observación y una profunda comprensión del comportamiento equino. Esto les permitirá identificar las necesidades emocionales y físicas de sus caballos y responder de manera adecuada.

-Redacción por Cristina Prado-