En los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, el jinete alemán Ludger Beerbaum protagonizó una de las historias más memorables del Salto de Obstáculos.

Durante la prueba por equipos, Beerbaum montaba a Classic Touch cuando ocurrió un hecho inesperado: al saltar el tercer obstáculo, se rompieron las riendas, dejando a la yegua fuera de control. En una maniobra rápida y arriesgada, Beerbaum se vio obligado a saltar de la montura en pleno galope para evitar un posible accidente.

A pesar del susto y la tensión del momento, dos días después volvió a la pista con Classic Touch para disputar la final individual. Contra todo pronóstico, completaron ambas rondas sin penalizaciones, lo que les valió la medalla de oro olímpica.

La victoria fue aún más emotiva por el contexto: Beerbaum sabía que, tras los Juegos, debía devolver a Classic Touch a su propietario, ya que solo la tenía cedida temporalmente.