No todos los coches están preparados para remolcar una Van de caballos, ya que transportar equinos requiere una potencia y capacidad de arrastre adecuadas para garantizar la seguridad y estabilidad en la carretera. El peso de un remolque con uno o dos caballos puede variar entre 1.500 y 2.500 kg, o incluso más, dependiendo del modelo del remolque y el tamaño de los animales. Por lo tanto, es fundamental que el vehículo tenga la potencia suficiente para mover esa carga con facilidad.
Uno de los factores clave es la potencia del motor, expresada en caballos de vapor (CV). Aunque algunos coches de gama media pueden remolcar cargas ligeras, se recomienda que el vehículo tenga al menos entre 150 y 180 CV para arrastrar una Van con seguridad. Lo ideal, en muchos casos, es superar los 200 CV, especialmente en terrenos con pendientes o cuando se deben recorrer largas distancias. Además de la potencia, el par motor también juega un papel importante, ya que una mayor fuerza de tracción facilita los arranques y mantiene la estabilidad durante la marcha.
Otro aspecto a considerar es la homologación del vehículo y su capacidad máxima de remolque, indicada en la ficha técnica. No todos los coches están diseñados para soportar cargas pesadas, y superar el límite permitido puede comprometer la seguridad y generar sanciones legales. También es imprescindible contar con un enganche homologado y un sistema de frenado adecuado, ya que el peso adicional afecta la distancia de frenado y el control del vehículo.
Por último, la experiencia del conductor es crucial. Remolcar un remolque con caballos requiere una conducción suave y anticipada, evitando aceleraciones bruscas y giros cerrados que puedan desestabilizar el remolque. Antes de viajar, siempre es recomendable revisar el estado del vehículo, los neumáticos y el sistema de frenos para garantizar un transporte seguro y cómodo para los caballos.
-Redacción por Cristina Prado-
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