Arqueólogos han desarrollado un trabajo extraordinario para rastrear el origen del caballo y cómo los humanos comenzaron a domesticar estos animales.
Hace aproximadamente 4200 años, una particular raza de caballos se convirtió en dominante en Eurasia, lo que sugiere que fue entonces cuando los humanos comenzaron a domesticar a los equinos.
Había algo especial sobre este linaje de caballos, poseían una mutación genética que cambiaba la forma de su dorso y lo hacían más fácil para montar.
“En el pasado, existían muchas razas distintas de caballos” explicaba Pablo Linardo, un biólogo evolutivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Barcelona y coautor del nuevo estudio. Esa diversidad genética fue evidente en muestras de ADN antiguas que los arqueólogos analizaron en toda Eurasia, que datan de hace 50.000 años.
Ese fue el momento en que una línea específica, que surgió por primera vez en lo que se conoce como la Estepa Póntico-Caspiana, una región de llanuras que se extiende desde lo que ahora es el noreste de Bulgaria a través de Ucrania y hasta el sur de Rusia, comenzó a aparecer en toda Eurasia y rápidamente reemplazó a otras líneas. En menos de 300 años, los caballos de España se parecían mucho a los de Rusia.
“Nosotros vimos este tipo genético esparcirse prácticamente en cualquier lugar en Eurasia, claramente, este tipo de caballo que era local se convirtió en global muy rápidamente” dijo el coautor Ludovic Orlando, arqueólogo molecular en el Centro de Antropobiología y Genómica de Toulouse en Francia.
Los investigadores creen que este cambio se debió a que un pueblo de la Edad del Bronce llamado los Sintashta domesticó a su caballo local y comenzó a utilizar estos animales para ayudarles a expandir drásticamente su territorio.
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