La boca de los caballos es una de las partes más importantes de su anatomía, ya que está directamente relacionada con su alimentación, comunicación y el manejo que el jinete realiza sobre ellos.
Los caballos tienen entre 36 y 44 dientes (los machos suelen tener más), diseñados para masticar hierba y otros alimentos de origen vegetal, con molares grandes que les permiten triturarlos.
El desgaste y la forma de los dientes pueden ayudar a estimar su edad. Por ejemplo, a medida que envejecen, sus incisivos se desgastan, lo que provoca que su forma y apariencia cambien.
Los caballos tienen un sentido del gusto bastante desarrollado. Prefieren ciertos tipos de alimentos y pueden ser selectivos, lo que también influye en su comportamiento alimentario. Además, son muy sensibles a los sabores amargos.
Sus encías son muy sensibles, por lo que los jinetes y cuidadores deben ser cuidadosos con los objetos que entran en contacto directo con su boca, como los filetes o bocados. Cualquier incomodidad en las encías puede afectar la disposición del caballo para trabajar o tener una correcta digestión.
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