Igual que las personas, los caballos necesitan descansar al menos un día a la semana y, periódicamente, varios días seguidos. Y esto no se aplica solo a los caballos que compiten a menudo o están sometidos a un entrenamiento exigente, sino a cualquier equino.
El descanso forma parte de un buen entrenamiento o rutina de ejercicio, ya que permite que los músculos, tendones y ligamentos se recuperen. No debemos olvidar que el descanso no es necesariamente pasivo, no se trata de dejar al caballo encerrado en su box o paddock, donde su libertad de movimiento estará restringida. Hay formas de hacerlo activo que favorecen la regeneración muscular, por ejemplo, un paseo por el campo del ramal o montado por un terreno sin grandes desniveles, o ejercicios pie a tierra. Este tipo de actividad suave también contribuirá a su relajación mental y a fortalecer el vínculo con su jinete o amazona.
Después de una competición exigente, no es recomendable poner al caballo en reposo absoluto durante varios días. En vez de pararlo completamente, es preferible seguir una rutina de entrenamiento suave durante unos días para que vaya aflojando la tensión muscular. Además, si decidimos darle unas semanas de descanso total en un prado tras la temporada de entrenamiento, conviene ajustar la dieta en consecuencia para evitar el sobrepeso y luego retomar la actividad de forma gradual hasta que alcance su estado de forma óptimo.
Los periodos de descanso frecuentes favorecen que el caballo pueda rendir al máximo de forma continuada a largo plazo.
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