En el mundo hípico siempre hay una historia detrás de cada binomio, muchas de ellas, especiales y bonitas.
La historia de “Dalio”, caballo tuerto que estuvo al borde de la muerte, y su jinete, Alejandro Asencio, es un ejemplo a seguir de cómo el destino, la perseverancia y el amor pueden transformar vidas.
“Dalio” no es un caballo cualquiera. Es un animal que, tras caer gravemente enfermo, estuvo a punto de morir por falta de cuidados. Su vida pendía de un hilo cuando el destino intervino y lo llevó a las manos de su jinete, Alejandro Asencio. Fue una coincidencia que los antiguos propietarios de “Dalio” lo llevaran directamente a quien sería su salvador, pero en retrospectiva, parece más obra del destino que del azar.
“Desde el primer momento, supe que Dalio sería un caballo especial”, comenta Asencio. A pesar de las circunstancias adversas y del frágil estado de salud de “Dalio”, nunca hubo miedo o dudas. Aunque no había una razón lógica para ese sentimiento, había una conexión intuitiva entre ambos y un fuerte deseo de salvarlo.
La recuperación de “Dalio” no fue sencilla. El caballo tuvo que ser sometido a seis operaciones, cada una de ellas con sus riesgos. Sin embargo, el esfuerzo y la dedicación dieron sus frutos. Hoy, “Dalio” no solo está sano, sino que está felizmente jubilado después de haber cosechado numerosos triunfos, retribuyendo a Asencio todo lo que este hizo por él.
A pesar de su aspecto débil al principio, lo que realmente destacaba en “Dalio” era su corazón. Al principio, debido a la severa infección en su ojo, apenas podía caminar, pero Alejandro notó algo especial en él. “Sentí su corazón, algo que nunca había experimentado antes”.
Este instinto fue el que impulsó a Asencio a seguir adelante. En lugar de ver un problema, vio una oportunidad para que “Dalio” demostrara su verdadero potencial.
La ceguera parcial de “Dalio” presentaba, sin duda, era un impedimento adicional en su entrenamiento. Perder la visión de un ojo puede alterar el equilibrio de un caballo y aumentar su sensibilidad a ciertos estímulos, pero Alejandro Asencio nunca permitió que eso fuera un impedimento. Al contrario, encontró la manera de trabajar con “Dalio” para que este se sintiera seguro y equilibrado.
A pesar de sus limitaciones físicas, “Dalio” nunca fue rechazado por otros jinetes ni por la afición. Al contrario, su historia de superación lo convirtió en un ejemplo para muchos. “Para mí, Dalio es un símbolo de superación.”, comentaba Asencio.
Hoy, “Dalio” es un ejemplo de que, con perseverancia y confianza, los límites se pueden romper y las metas se pueden alcanzar, sin importar cuán difíciles sean las circunstancias.
“Dalio” no tiene un ojo, tiene tres: el suyo y los dos de Alejandro Asencio.
Dalio no podía haber tenido mejor jinete, un binomio donde la armonía y la complicidad nos emocionaba a la vez que nos hacia sentir que todo se puede con trabajo y perseverancia.