Montar a caballo en invierno requiere planificación y hábitos concretos para garantizar comodidad y seguridad del binomio.
Las bajas temperaturas, la humedad y los cambios de terreno pueden transformar un paseo en un calvario o una clase de Salto en un riesgo elevado de caídas.
Por esta razón, lo primero es equiparse adecuadamente. La clave está en vestirse por capas: prendas térmicas transpirables, un buen cortavientos y guantes que permitan mantener la sensibilidad en las riendas.
Si se hace de noche, usar ropa reflectante es recomendable cuando los días son más cortos y se reduce la visibilidad, así se evitarán sustos innecesarios.
Por su parte, el caballo también necesita cuidados específicos. Un calentamiento adecuado o revisar cascos en el caso de montar sobre hielo o por zonas con mucho barro.
E igualmente es importante mantener el pelaje limpio y seco, asegurarse de que las mantas están en buen estado y adaptar la intensidad del trabajo según la climatología, pues no es lo mismo montar a -5° que a 38°.

















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