Elizabeth Breton celebró el pasado mes de diciembre su centenario, pero lo que realmente la distingue no es solo su longevidad, sino su incansable pasión por la equitación. A sus 100 años, sigue siendo una amazona activa y comprometida, sin planes de dejar las riendas en el futuro cercano.
La relación de Elizabeth con los caballos comenzó cuando tenía apenas dos años, cuando su padre la subió a un poni antes de que pudiera caminar. Desde entonces, su amor por los caballos ha sido una constante en su vida, especialmente al haber crecido en una granja donde montar a caballo formaba parte de la rutina diaria. Para ella, la equitación era tan natural como respirar.
A pesar de que la equitación siempre fue su pasión, la Segunda Guerra Mundial, cuando ella tenía solo 13 años, interrumpió su vínculo con el deporte. Durante 30 años, Elizabeth se alejó de los caballos. Sin embargo, a los 70 años decidió retomar la actividad, lo que marcó un punto de inflexión en su vida. Fue en esa etapa cuando comenzó a competir de nuevo.
Hoy, con 100 años, Elizabeth mantiene una rutina semanal en la que sigue montando a caballo, disfrutando de paseos por el pueblo de Stanton y demostrando que tanto el ejercicio como la pasión por los caballos no tienen fecha de caducidad.
Y, ¿qué mejor manera de celebrar sus 100 años que con una copa de champán y una tarjeta de felicitación del Rey Carlos III, tal como lo hizo Elizabeth?
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