Como hemos indicado en artículos anteriores, la doma natural se centra en desarrollar una relación basada en la confianza y el respeto mutuo entre el caballo y el ser humano. A diferencia de los métodos tradicionales, que a menudo se apoyan en la fuerza o la imposición, la doma natural busca comprender el comportamiento instintivo del caballo y trabajar con él, en lugar de luchar contra su naturaleza.
Esta técnica comienza con la observación. Cada caballo es único, y entender sus reacciones, personalidad y ritmos es clave para adaptarse a sus necesidades individuales. A través de ejercicios progresivos, el caballo aprende a superar sus miedos y a confiar en el guía. Uno de los pilares fundamentales de la doma natural es la creación de un espacio seguro, donde el caballo pueda explorar y responder sin sentirse amenazado.
El uso de herramientas mínimas y gestos claros permite una comunicación fluida. En este enfoque, el guía debe actuar como un líder calmado y consistente, capaz de proporcionar dirección sin intimidar. El objetivo no es someter al caballo, sino invitarlo a participar de manera voluntaria en el proceso de aprendizaje.
La paciencia es fundamental en la doma natural. Respetar los tiempos del caballo y evitar forzar situaciones ayuda a construir una relación sólida y duradera. Al final, un caballo que ha sido domado con este método no solo es más confiado y receptivo, sino que también demuestra un vínculo más fuerte con su jinete o amazona, así como con el resto de las personas con las que se relaciona.
-Redacción por Cristina Prado-
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