El 29 de junio de 2018, con 62 años, nos dejó Alfonso Arango.
Un accidente a caballo tras el que toda la hípica estuvo en vilo, que se tradujo en momentos de angustia y alegría contenida por lo que parecían ciertos avances, terminó de la peor de las maneras posibles tras días ingresado en la UCI.
Nadie muere realmente si se mantiene vivo su recuerdo y se le nombra con cariño.
Si hablamos de familias ecuestres en la sociedad madrileña, una es sin duda la de los Arango, desde Pepe hasta los más pequeños. Míticos eran los guantes amarillos de Alfonso, cuya réplica vemos actualmente en las manos de su hija cuando compite (los del padre los usa únicamente para ocasiones especiaes), habitual era verlo con su fiel groom Juanito haciendo la ruta de Montenmedio y, en definitiva, era uno de esos habituales dentro de nuestro deporte y muy querido por todos.
Nunca se sabe qué nos depara el mañana, por eso hay que vivir el «hoy» al 300%. Los malos momentos/desgracias vienen solos, propiciemos los buenos ratos.
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