Con la llegada de la primavera, los parásitos encuentran condiciones óptimas para multiplicarse y afectar a los caballos. Tanto los internos, como los gusanos gastrointestinales, como los externos, entre los que se incluyen garrapatas, piojos y moscas, pueden comprometer la salud y el rendimiento del animal si no se toman medidas preventivas.
Durante esta estación, el aumento de la temperatura y la humedad favorecen la eclosión de huevos y la proliferación de larvas en el entorno, incrementando el riesgo de infestaciones. Para evitar complicaciones, es fundamental establecer un programa de desparasitación adaptado a cada caballo y su entorno.
El control de los parásitos internos comienza con un análisis coprológico, que permite conocer la carga parasitaria individual y determinar si es necesario administrar un antiparasitario. Esto evita el uso indiscriminado de productos, reduciendo el riesgo de generar resistencias. Además, se recomienda rotar las sustancias activas utilizadas y seguir siempre las indicaciones veterinarias para garantizar su eficacia.
En cuanto a los parásitos externos, es esencial mantener una buena higiene en los establos y aplicar repelentes específicos. Garrapatas y piojos pueden causar irritaciones en la piel y transmitir enfermedades, por lo que una revisión frecuente del pelaje permite detectarlos a tiempo. Asimismo, el uso de productos tópicos y mantas especiales puede ayudar a minimizar su presencia.
Cada caballo tiene necesidades distintas, por lo que el plan de desparasitación debe ajustarse a su edad, estado de salud y condiciones de vida. Un enfoque preventivo y personalizado garantizará su bienestar durante la temporada.
-Redacción por Cristina Prado-
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