En la Serra da Capelada (A Coruña), unos 300 caballos salvajes desempeñan un papel fundamental en la protección del monte gallego.
Su alimentación a base de tojo, brezo y matorrales inflamables convierte a estos animales en auténticos «segadores naturales», reduciendo así el riesgo de incendios de forma sostenible.
Si bien no generan beneficios económicos directos, no es menos cierto que tienen un impacto ecológico incuestionable.
Ayudan a regenerar los pastos, mantienen abiertas rutas naturales y fomentan la biodiversidad. Ahora bien, los ganaderos denuncian la falta de apoyo institucional y los altos costes administrativos, mientras que la mayor amenaza proviene del lobo: más del 70 % de los potros mueren antes del primer año por ataques o infecciones.
Estudios recientes avalan su papel como agentes naturales de prevención y recomiendan medidas de protección.
Lamentablemente, su población ha disminuido drásticamente desde los años 70 debido a la expansión del eucalipto, la falta de normativa específica y la presión depredadora.
Sin un relevo generacional claro ni políticas públicas de respaldo, el futuro de estos caballos está en riesgo.
Y es que protegerlos no solo implica conservar una tradición ancestral, sino también apostar por una herramienta eficaz y natural en la lucha contra los incendios forestales.

















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