En el ámbito ecuestre, alcanzar la perfección requiere dedicación, constancia y enfoque. La conocida «regla de las 100 horas» es un principio que, aplicado a la hípica, puede transformar significativamente tanto las habilidades como la relación con el caballo. Este concepto sugiere que, si dedicas 100 horas al año a mejorar una habilidad específica, al final de ese período habrás superado a más del 90% de las personas en ese ámbito.
Dividir estas 100 horas en pequeñas sesiones regulares hace que el progreso sea tangible y constante. Cada minuto cuenta, no solo para perfeccionar la técnica, sino también para fortalecer el vínculo con el caballo y desarrollar una comunicación más efectiva y sutil.
Además, este enfoque fomenta la paciencia y la disciplina, cualidades indispensables en la hípica. No se trata de buscar resultados inmediatos, sino de confiar en el proceso y entender que el aprendizaje es un viaje continuo. Cada pequeña mejora, lograda con esfuerzo y repetición, construye una base sólida para alcanzar metas más ambiciosas.
La regla de las 100 horas nos recuerda que el éxito no es producto de la suerte, sino de la constancia. En la equitación, como en la vida, el compromiso diario con los detalles marca la diferencia entre ser un jinete promedio y destacar en este deporte.
-Redacción por Cristina Prado-
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