En la sierra de Tormantos, al norte de Cáceres, la etóloga y domadora británica Lucy Rees cuenta con un singular experimento en el que se incluye una manada de entre 40 y 60 ejemplares de la raza Pottoka que viven en libertad en una finca de unas 1.000 hectáreas.
Este proyecto, asentado hace catorce años en la zona entre el Valle del Jerte y La Vera, busca observar el comportamiento natural de los caballos, sin monturas, sin jinetes, sin fustas y sin intervenciones humanas. Según Rees, la idea surgió de su experiencia con equinos en todo el mundo y de una convicción firme: los caballos no están hechos para vivir en establos ni ser «domados» mediante métodos tradicionales.
Los resultados que está obteniendo son llamativos. Rees señala que los pottokas muestran una salud excelente, sin tratamientos veterinarios frecuentes y que sus relaciones sociales no se ajustan a la jerarquía clásica con un “alfa” dominante, sino más bien a una organización cooperativa y flexible.
El objetivo del proyecto es doble. Por un lado, aspira a crear un ecosistema sostenible que permita a estos animales comportarse como lo harían en estado salvaje. Por otro lado, busca cuestionar la forma en que tradicionalmente el ser humano se relaciona con el caballo, reflexionando sobre prácticas de adiestramiento que Rees considera «formas de esclavitud basada en el dolor».
Aunque el lugar es visitable, Rees advierte de que los caballos no están para ser montados, acariciados ni alimentados por visitantes: la idea es observar, no intervenir. ¿El propósito? Que quienes trabajan con caballos redescubran al animal en su esencia más auténtica. «Me dicen: llevo 20 años trabajando con caballos y ahora veo que no sabía nada», afirma Rees.
Fuente: El País

















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