Los caballos han recorrido un largo viaje evolutivo a lo largo de más de 55 millones de años. Lo que vemos hoy en día es solo una pequeña rama de su vasto árbol genealógico

Los antepasados de los caballos tenían un aspecto que poco se asemejaba al de hoy. Los equinos prehistóricos, conocidos como Hyracotherium, eran diminutos, del tamaño de un perro o un cordero, midiendo aproximadamente 60 centímetros de longitud y 20 de altura.

En sus inicios, estos ancestros de los caballos habitaron selvas tropicales de América del Norte y se alimentaban de hojas. Sin embargo, con el cambio de entorno debido a la formación de las montañas rocosas, estas selvas se secaron y se convirtieron en extensas llanuras cubiertas de hierba, lo que llevó a la adaptación de los caballos a esta nueva fuente de alimento, propiciando cambios en sus mandíbulas y dientes.

Con el paso del tiempo, los equinos evolucionaron, aumentando su tamaño y desarrollando ligamentos más robustos. Sus pies, anteriormente con varios dedos, se transformaron en cascos, adaptándose perfectamente a su nuevo entorno. El Mesohippus es considerado la transición entre el equino primitivo y la forma moderna del caballo. Fósiles de esta especie se han encontrado en varias regiones de América del Norte y se estima que vivieron hace unos 37 millones de años.

Con el Merychippus, el antepasado del caballo moderno que aún conservaba tres dedos, se evidenció una apariencia más similar al caballo actual, con extremidades alargadas y gran capacidad para migrar largas distancias. Más tarde, el Pliohippus, está considerado como ancestro directo de diversas razas que se extendieron por América.

Los caballos, provenientes de América, se expandieron por Asia y Europa. Sin embargo, hace aproximadamente 10,000 años, desaparecieron temporalmente de América, probablemente debido al cambio climático o a cazadores, que en esa época los perseguían principalmente por alimento y no como medio de transporte.

Representaciones de caballos en pinturas rupestres de más de 17,000 años en Francia atestiguan la relación milenaria entre humanos y equinos.

La verdadera revolución llegó con la domesticación del caballo, siendo el primer “medio de transporte”. Con la ayuda de estos animales, los humanos pudieron viajar largas distancias y transportar mercancías de manera más rápida y eficiente.
Desde este punto hasta nuestros días, el “uso” que se les da a los caballos ha cambiado convirtiéndose en un deporte que atrae a multitud de aficionados alrededor del mundo.