Un joven oriundo de un pequeño poblado bonaerense, con menos de cien habitantes, abandonó su vida tradicional para dedicarse profesionalmente al cuidado de caballos en Europa.
Se crió cerca de Cardenal Cagliero, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde desde niño adquirió habilidades ligadas al campo. Aunque se formó como profesor de educación física, su corazón estaba en la tierra y los animales. Hace cinco años decidió lanzarse al mundo y comenzó a trabajar cuidando caballos de polo en distintos países europeos.
Su primer intento lo llevó a Estados Unidos, pero problemas documentales lo obligaron a regresar. Luego viajó a Amberes, Bélgica, y desde allí extendió su labor a lugares como Deauville, Francia, y actualmente entre España y Alemania. En su rutina diaria alimenta, entrena, limpia los boxes y prepara todo para los propietarios. Reconoce que la tarea es exigente y los días libres escasos, pero el vínculo con los animales le da sentido: cuando llega tarde, los caballos se inquietan; cuando lo ven, se alegran por quien les brinda cuidados.
Trabaja junto con otros compatriotas y con un uruguayo, bajo contratos que cubren pasajes, vivienda y traslado. Poseer pasaporte europeo ha sido clave para facilitar su movilidad y extender sus estancias laborales sin trabas.
Y es que como ya se ha dicho en reiteradas ocasiones en Chacco Marketing, un buen mozo de cuadra es imprescindible para el bienestar del equipo y el animal.

















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