Islandia es conocida por sus géiseres y auroras boreales, y estos son sin duda sus principales atractivos turísticos para la gente de a pie. Y luego estamos los aficionados a la equitación, que pensamos directamente en los famosos cinco aires del caballo islandés.
Esta raza oriunda de Islandia es quizás la más pura que existe, pues el país prohíbe tanto la entrada de otras razas en la isla como la salida de caballos islandeses a otros países.
El caballo islandés tiene poca alzada, entre 1,25 y 1,5 metros. De hecho, a veces también se hace referencia a él como “poni islandés”. Son animales muy fornidos, paticortos, de crines largas y espesas, y con un pelaje muy tupido que los protege de la adversa climatología. Su carácter es intrépido, valiente y tranquilo, lo cual garantiza el disfrute en la montura. No obstante, su rasgo más diferenciador son los cinco aires que presentan la mayoría: paso, trote, galope, tölt y ambladura.
El tölt es una marcha de cuatro tiempos sin fase de suspensión, es decir, el caballo siempre tiene una extremidad en el suelo. Esta característica lo convierte en un aire muy cómodo para el jinete, independientemente de la velocidad, pues el tölt, igual que el galope, puede ser muy rápido o muy lento.
Y luego está la ambladura o ritmo de vuelo, que es el equivalente al tradicional paso de andadura propio de los caballos que se usaban como medio de transporte en la España rural. En esta marcha, el animal avanza la mano y el pie del mismo lado a la vez, y hay una fase de vuelo muy rápida que lo hace muy divertido. Hay un pequeño porcentaje de equinos islandeses que no son capaces de ejecutar este quinto aire, porque solo uno de sus progenitores tenía el gen de este aire.
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