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¿De dónde obtiene la energía nuestro caballo? Borja Galdeano nos lo cuenta

por 21 Oct 2025General0 Comentarios

Cuando pensamos en el rendimiento de un caballo, solemos imaginar su entrenamiento, su descanso o incluso su genética. Sin embargo, hay un aspecto igual de determinante que a menudo pasa desapercibido: la energía que obtiene a través de la alimentación. Entender de dónde procede y cómo aprovecharla puede marcar la diferencia entre un caballo equilibrado y uno fatigado.

El equipo de Special Feeds, liderado por su CEO Borja Galdeano, destaca la importancia de ajustar el nivel energético del pienso según la fase de actividad y las necesidades de cada caballo. No todos requieren la misma cantidad de energía, y elegir el pienso adecuado influye directamente en su rendimiento y comportamiento.

En la base de toda dieta equina se encuentran cuatro grandes fuentes de energía: hidratos de carbono, fibras, aceites y proteínas, cada una con una función específica dentro del organismo.

Los hidratos de carbono son la fuente más conocida. Están presentes en cereales como la avena, la cebada o el maíz, que aportan glucosa, el combustible esencial de los músculos. La avena, por su alta digestibilidad, es ideal para caballos con trabajos intensos, mientras que la cebada ofrece más energía, aunque requiere una correcta preparación para evitar digestiones pesadas. Un exceso de carbohidratos puede alterar el equilibrio intestinal o provocar sobreexcitación, por lo que su aporte debe ajustarse siempre al nivel de esfuerzo y combinarse con fuentes más estables.

La fibra es el pilar de una buena alimentación equina. Procede del forraje, la alfalfa, los henos o la pulpa de remolacha, y aunque su energía es más baja, su papel en la salud digestiva es fundamental. Mejora el tránsito intestinal, reduce el riesgo de cólicos y ayuda a mantener un temperamento estable. Es la fuente más natural y equilibrada de energía, y debe ser la base de cualquier ración.

Por su parte, los aceites vegetales, como el de soja o girasol, han ganado protagonismo por su alta concentración energética: aportan más del doble de energía que los carbohidratos sin sobrecargar el sistema digestivo. Son una opción ideal para caballos que necesitan resistencia, que pierden peso con facilidad o que trabajan en disciplinas prolongadas, como la doma. Además, mejoran el pelaje y aportan ácidos grasos beneficiosos para la salud cardiovascular y muscular.

Las proteínas, aunque pueden generar energía en momentos puntuales, tienen una función principalmente estructural: construyen y reparan músculos, tejidos, piel y cascos. Fuentes como la soja o la alfalfa aportan aminoácidos esenciales, imprescindibles para caballos jóvenes o en recuperación tras un esfuerzo intenso.

Toda esta energía se transforma dentro del cuerpo en una única “moneda común”: el ATP (adenosín trifosfato), la verdadera batería del organismo. Aunque no se mide directamente en los alimentos, sí se puede calcular la energía digestiva (ED), es decir, la fracción que el caballo realmente aprovecha. Este valor, expresado en megacalorías por kilo (Mcal/kg), permite comparar piensos y elegir el más adecuado según el nivel de trabajo.

Según explica Borja Galdeano, cuando un caballo está en una fase de actividad inicial, conviene ofrecerle un pienso suave y ligero, con una energía digestible baja, en torno al 9,5 %, para favorecer un temperamento tranquilo y una actitud equilibrada.

Cuando el trabajo se intensifica y el caballo necesita más esfuerzo, lo ideal es pasar a piensos de nivel medio a fuerte, con energías entre el 10 % y el 11 %, adecuados para disciplinas como salto, doma clásica o concurso completo, donde se requiere potencia sin sobrecargar al animal.

En casos de trabajos muy intensos o competiciones de alto nivel, Special Feeds recomienda piensos con una energía digestible en torno al 12,5 % o incluso hasta el 13 %, formulados para soportar esfuerzos máximos y mantener el rendimiento en pruebas de larga duración.

La empresa recuerda que la dieta no debe ser estática: factores como la climatología, la calidad del forraje, la carga de trabajo o el estado físico varían con el tiempo. Por ello, recomiendan revisar la alimentación cada pocos meses y mantener una cierta flexibilidad para ajustar los piensos según la evolución del caballo.

“El objetivo es que el caballo tenga siempre la energía que necesita, ni más ni menos”, señala Galdeano, quien insiste en la importancia del asesoramiento técnico personalizado que ofrece su equipo. Desde Special Feeds, trabajan para que cada caballo reciba la energía justa para alcanzar su máximo potencial, con una nutrición adaptada, equilibrada y saludable.

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