Cristina Zabala es un ejemplo de cómo la pasión y la perseverancia pueden abrir caminos inesperados. Aunque su formación académica parecía alejarla del mundo de la equitación, el destino tenía otros planes para ella. Desde pequeña, Cristina siempre se sintió atraída por el mundo de los caballos, aunque no provenía de una familia vinculada a la equitación. Sin embargo ”Al final la cabra tira al monte” y  su amor por estos animales la llevó a Italia, dónde cambió por completo su vida y la de muchos caballos jóvenes.

Trabajar con caballos jóvenes no es sencillo. Cristina destaca que el mayor reto que enfrentó no fueron los caballos, sino las personas. «Tuve que desaprender muchos métodos tradicionales y encontrar mi propio camino. Me di cuenta de que, si el potro no disfrutaba del proceso, todo se volvía más complicado», nos cuenta. ”Hay que tener la mente abierta, ser una persona despierta y rápida, intuitiva y ,sobre todo, lo más importante yo diría es tener mucha estabilidad emocional, es fundamental no tomarse las reacciones del caballo de manera personal. “La ignorancia genera frustración, y la frustración puede llevar a la rabia, lo cual es contraproducente» Además, apuesta por un enfoque que se asemeja a la doma natural. Su objetivo es aplicar técnicas respetuosas sin perder de vista la exigencia del alto rendimiento.

Gracias a la libertad que le brindan en su cuadra, puede explorar métodos alternativos que hoy en día le permiten trabajar con caballos de manera tranquila y efectiva. Se rodea  de profesionales como Paolo Torlonia, Gabriel Pellicer, su “gurú espiritual” , Elena Cortés y Abel Muñoz, quienes le han brindado consejos y apoyo en su desarrollo como amazona y domadora de caballos jóvenes…

El trabajo de Cristina es variado y depende del estado físico y mental de los caballos. «Hago largas rutas por el campo, sesiones de trabajo en llano o de salto, y siempre reservo las tardes para desbravar y ramalear potros», detalla. Adaptarse a las necesidades de cada caballo es esencial para su bienestar y progreso.

Cristina subraya que la manera en que un potro es domado influye enormemente en su futuro deportivo. «He trabajado con caballos que compiten a alto nivel pero que tienen miedos irracionales debido a una mala doma inicial», comenta. Su filosofía es simple: hacer que el proceso sea seguro, tranquilo y divertido, tanto para el jinete como para el caballo. “Se ha normalizado sedar caballos jóvenes para poder montarlos o tan siquiera llevarlos del ramal, todos hemos visto a alguien pegar a un caballo para que suba al remolque, escuchar fustazos en una cuadra sea profesional o no, no es algo que escandalice a nadie, he montado caballos que corrían 1.50, pero que no eran capaces de entrar a una pista si no era con riendas alemanas y marcha atrás. Veo caballos estupendos a los que sus jinetes no pueden subirse o no pueden llevar al campo, no pueden soltar en un paddock, no pueden juntar con más caballos… Son riesgos innecesarios creados por el humano que hacen la vida del caballo muy poco natural o me atrevería decir muy poco feliz” 

Cristina ha conseguido cosas espectaculares con caballos jóvenes, sin embargo, su mayor satisfacción es ver a caballos que temían a los humanos, recuperar la confianza. “También he participado en el campeonato de Italia de caballos jóvenes, pero si te soy completamente sincera, mi mayor logro es hacer de la producción de caballos de deporte algo seguro, tranquilo y divertido.”

Ahora, con su primer concurso internacional a la vuelta de la esquina, se enfrenta a un nuevo desafío con Bughi Bughi del Terricio 7y/o, un caballo que ella misma ha formado desde los cuatro años. «Los veterinarios dijeron que no tenía mucho futuro deportivo, pero aquí estamos», afirma con orgullo. 

Cristina Zabala es el claro ejemplo de que, en el mundo del caballo, con paciencia, respeto y amor, los límites no existen y sobre todo, que los modelos modernos de doma para caballos jóvenes, son totalmente compatibles con el alto rendimiento.