Con la llegada de la primavera, los días se alargan, las temperaturas suben y, al igual que muchos otros animales, los caballos experimentan una serie de cambios fisiológicos en respuesta al nuevo entorno.
Uno de los cambios más notables es la caída del pelaje de invierno. Durante los meses fríos, los caballos desarrollan un pelaje más denso y grueso para protegerse del viento, la lluvia y las bajas temperaturas, siempre que no hayamos esquilado y colocado una manta a nuestro compañero.
Sin embargo, cuando la luz solar aumenta y el clima se vuelve más cálido, el cuerpo del caballo interpreta que ya no necesita ese «abrigo extra», por lo que comienza a desprenderse de él de forma natural.
Este proceso puede durar varias semanas y es especialmente evidente en aquellos caballos que viven al aire libre en zonas donde la temperatura comienza a subir. Un buen ejemplo de ello es observar cómo el pelo se acumula en las mantas, en las cuadras o en los cepillos.
Y tú, ¿ya has notado la caída del pelo de tu caballo?
-Redacción por Cristina Prado-
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