Los caballos están compuestos por agua en un 65 a 70% de todo su peso corporal, y deben mantener ese porcentaje a través de la ingesta de agua y de alimento.
El caballo no puede decirnos qué le pasa, reconocer algún problema en el caballo dependerá de los conocimientos que tenga el jinete o responsable de la cuadra.
El caballo, cuando suda, pierde agua y pierde una gran cantidad de electrólitos, que son sales minerales como sodio, cloro, calcio, magnesio, potasio, etc., y otros componentes.
En países como España, donde las temperaturas que se alcanzan en verano superan en ocasiones los 40 ºC el peligro para los caballos es más que evidente. Máxime cuando compiten o realizan ejercicio físico intenso. Por eso, debemos tomar las precauciones necesarias para mantener a nuestro caballo bien hidratado si no queremos que el animal sufra y mantenga un buen estado físico.
Ya que puede ocasionar un grave problema para él, y por eso es muy importante estar atentos y observar si bebe cantidades normales de agua, o si se empieza a deshidratar tanto en competiciones como en su vida cotidiana. Se puede mirar la humedad y color de las encías y si el ojo parece normal.
Puede haber deshidratación si el ojo parece hundido o pierde brillo. La siguiente señal es un aumento en las pulsaciones y de presión.
La prueba más común es pellizcar la piel, pero hay que recordar que ésta pierde cierta elasticidad cuando el caballo es mayor, así que puede haber diferencias entre un 5 años y un 10 años.
Lo ideal es que la piel debe volver a su sitio después de uno o dos segundos.
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