En la competición, hay días que brillan y otros que pesan. Recorridos perfectos, clasificaciones soñadas, ovaciones que erizan la piel. Pero también hay momentos de duda, de retirada, de decisiones difíciles. Y es ahí, justo ahí, donde se mide de verdad el vínculo entre jinete y caballo.
Porque más allá de los resultados, de los rankings y de las medallas, hay algo que debe estar siempre por encima: la salud física y emocional del caballo.
La amazona francesa Fanny Guerdat Skalli, habitual en los circuitos internacionales, compartió recientemente un mensaje en sus redes sociales tras decidir no participar en el Gran Premio del Salón del Caballo de París celebrado este pasado fin de semana. Su caballo, Freud de Kreisker, mostró signos de estrés en la pista y, aunque físicamente estaba bien, Fanny optó por retirarse: “Mi caballo no se ha hecho daño, y eso es lo más importante. Simplemente me dijo que tenía demasiadas emociones”.
Este tipo de decisiones, lejos de ser una renuncia, son una muestra de respeto profundo. Fanny, que compite al más alto nivel desde los 14 años y entrena junto a su marido, Steve Guerdat, sabe que el bienestar del caballo está por encima de cualquier resultado.
En un deporte donde la presión y el calendario pesan, gestos como este recuerdan que el verdadero éxito está en cuidar de nuestro compañero. Leer sus señales, respetar sus tiempos y priorizar su salud física y emocional es lo que define a los jinetes que, más allá del deporte, aman al animal.
















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