Marina Zapata, reconocida profesora de equitación en Navarra, ha decidido cerrar un capítulo importante de su trayectoria profesional: a partir del próximo 1 de septiembre, dejará de impartir clases en la Escuela Hípica de Zolina, tras casi 22 años vinculada al centro.
Durante este tiempo, ha forjado vínculos profundos con sus alumnos, algunos tan antiguos que ahora la invitan a sus bodas o le presentan a sus propios hijos.
Su relación con los caballos comenzó años atrás en otro centro ecuestre navarro, y en 2003 asumió la responsabilidad de gestionar la hípica de Zolina con ilusión y dedicación. Con el paso del tiempo, aunque la propiedad o gestión del centro ha cambiado, ella continuó impartiendo la enseñanza hasta volver a dirigirlo por completo en los últimos años.
Marina destaca que, para ella, lo más relevante no ha sido la competición, sino fomentar el desarrollo personal de sus estudiantes. Esa vocación le llevó a ser reconocida en 2017 por el Gobierno de Navarra con la Medalla de Plata al Mérito Deportivo, por su contribución al crecimiento de la hípica en la región.
En estos últimos días de actividad, muchos de sus alumnos se han acercado a despedirse, emocionados, y algunos incluso han venido para reencontrarse con caballos que han montado durante años.
Actualmente, los caballos de la escuela están en proceso de ser vendidos, priorizando a antiguos alumnos, y aquellos que no encuentren dueño antes de septiembre continuarán sus clases en el centro ecuestre de Añezcar. Asimismo, los ejemplares mayores, en edad de “jubilación”, serán donados a hogares con terreno; uno de ellos, llamado Capitán, ya tiene nuevo destino.
Marina también mira al futuro con entusiasmo. Durante los últimos años, junto a su pareja Ignacio Landa, veterinario especializado en medicina y cirugía felina, ha iniciado un nuevo proyecto: la cría de gatos Maine Coon bajo el afijo Landacats Maine Coon España.
Aunque el registro oficial se obtuvo en diciembre pasado, los machos y hembras aún son jóvenes y se espera que las primeras camadas nazcan en aproximadamente un año.
Si bien este cambio no estaba entre sus planes iniciales, lo recibe con ilusión. Reconoce que despedirse de la escuela es un proceso emotivo, casi como un duelo, pero confía en que este paréntesis le permitirá recuperar energías después de tantos años de intensas jornadas que incluían fines de semana de competiciones y veranos de campamentos.
Marina no descarta un regreso al mundo ecuestre. Su pasión por los caballos sigue viva, y sabe que, en algún momento, podría volver a dar clases o involucrarse en otros proyectos relacionados con la equitación. Por ahora, cierra una etapa llena de emociones y abre otra cargada de nuevas posibilidades.

















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