El deporte ecuestre conlleva ciertos riesgos debido a la interacción constante con el caballo y a la naturaleza del ejercicio. Entre las lesiones más comunes se encuentran las caídas, que pueden causar fracturas, esguinces o contusiones. La clavícula, las muñecas y los tobillos son algunas de las áreas más afectadas en estos incidentes.
Otro problema frecuente es el dolor lumbar, originado por la postura prolongada en la montura y la absorción del impacto generado por el movimiento del caballo. La sobrecarga muscular en la espalda y el cuello también es habitual, especialmente en aquellos que montan con regularidad sin un adecuado descanso o preparación física.
Las lesiones en las rodillas y los tobillos pueden surgir debido a la tensión ejercida al mantener la posición correcta en los estribos. Además, el uso repetitivo de ciertos músculos y articulaciones puede llevar a tendinitis, especialmente en quienes realizan entrenamientos intensivos o pasan muchas horas a caballo.
Los golpes directos, como una patada o un enganchón, pueden provocar hematomas o incluso lesiones más graves. Por ello, es recomendable utilizar equipo de protección adecuado y mantener siempre una buena comunicación con el caballo para evitar situaciones imprevistas.
El conocimiento del propio cuerpo, la preparación física y la atención a posibles molestias son claves para reducir el riesgo de lesiones y disfrutar de la equitación con mayor seguridad.
-Redacción por Cristina Prado-
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