El barro en los paddocks es un problema común en instalaciones ecuestres, especialmente durante épocas de lluvias intensas. Su presencia no solo dificulta el acceso y la movilidad de los caballos, sino que también puede generar problemas de salud, como infecciones en los cascos y dolencias articulares. Para minimizar sus efectos y garantizar el bienestar de los animales, es fundamental aplicar medidas eficaces que mejoren las condiciones del terreno.
Uno de los primeros pasos es asegurar un drenaje adecuado. Un suelo con mala absorción favorece la acumulación de agua, lo que intensifica la formación de barro. Para evitarlo, se recomienda nivelar el terreno con una ligera inclinación que facilite el escurrimiento del agua. Además, la instalación de canales de drenaje perimetrales ayuda a dirigir el exceso de humedad fuera del área de uso frecuente.
El uso de materiales adecuados en la superficie también es una solución efectiva. La colocación de capas de grava o arena mejora la estabilidad del terreno y reduce la formación de charcos. En algunas instalaciones, se utilizan rejillas de plástico o geotextiles para distribuir mejor el peso y disminuir el desgaste del suelo. Estos materiales, combinados con un mantenimiento regular, pueden marcar una gran diferencia en la calidad del paddock.
Otra estrategia útil es la rotación de las zonas de pastoreo, lo que evita el desgaste excesivo de determinadas áreas. Mantener una cubierta vegetal saludable contribuye a absorber la humedad y reduce la compactación del suelo. También es recomendable ubicar los bebederos y comederos en superficies elevadas o protegidas con grava para prevenir la formación de lodazales.
Con estas medidas, es posible reducir significativamente el impacto del barro en los paddocks, mejorando el confort y la salud de los caballos.
-Redacción por Cristina Prado-
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