En Chacco Marketing consideramos que un buen calentamiento debe ser progresivo, comenzando con movimientos suaves que aumenten la circulación sanguínea y la flexibilidad antes de realizar ejercicios más exigentes.
Para el caballo, el calentamiento comienza desde el suelo. Unos minutos de trabajo a la cuerda permiten que los músculos se oxigenen y se liberen de tensiones. También se pueden incluir ejercicios de movilización, como flexiones de cuello o estiramientos de manos y pies, que ayudan a mejorar la elasticidad. Una vez montado, es recomendable comenzar con diez minutos de paso relajado, dejando que el caballo estire el cuello y la línea superior. Este tiempo permite que el dorso se active y que el caballo encuentre su ritmo natural antes de iniciar ejercicios más intensos. Ahora bien, cada caballo es un mundo, por lo que puede ser que este inicio no sea el más productivo. Un veterinario o fisioterapeuta puede ayudarte a ajustar la rutina.
Por su parte, las transiciones son una herramienta fundamental en la fase de calentamiento. Pasar de paso a trote y de trote a galope de forma progresiva ayuda a que el caballo reaccione a las ayudas sin tensión. También es beneficioso incluir círculos, serpentinas y cambios de mano, que fomentan la flexibilidad y el equilibrio. Para los caballos, es recomendable incorporar barras de suelo o pequeños obstáculos en línea para activar la musculatura sin forzar las articulaciones.
Por último, el jinete también debe realizar un calentamiento antes de montar. Movilizar las articulaciones, estirar piernas y brazos, e incluso trotar suavemente durante unos minutos en el suelo, puede marcar la diferencia en su postura y estabilidad en la silla, además de prevenir futuras lesiones como tendinitis, pubalgias y otras.
-Redacción por Cristina Prado-
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