Atravesar un río a lomos de un caballo puede ser una experiencia emocionante. Sin embargo, requiere técnica, conocimiento del entorno y una serie de precauciones para garantizar la seguridad del jinete y del animal.
El primer paso es evaluar el terreno. Es fundamental evaluar la profundidad del río y la velocidad de la corriente. Las aguas que parecen tranquilas pueden ocultar corrientes peligrosas o fondos inestables. Se recomienda no cruzar si el agua sobrepasa las rodillas del caballo, ya que su estabilidad será menor.
Una vez decidido el lugar por el que va a cruzar, el jinete debe dejar que el caballo observe el agua tranquilamente y se acostumbre a ella. Es normal que el animal se muestre nervioso, por lo que conviene mantener la calma y la firmeza en las riendas, a fin de transmitirle confianza. Los caballos suelen ser buenos nadadores, pero su instinto de supervivencia hace que eviten zonas profundas.
Durante la travesía, es importante seguir una línea recta y constante, sin prisas. El jinete debe mantener su peso centrado y evitar movimientos bruscos que puedan desequilibrar al animal. En ríos con corriente, lo ideal es dejar que el caballo avance ligeramente en diagonal, a favor de la corriente, para facilitarle el paso.
Por último, es esencial revisar el equipo al llegar a la otra orilla, para comprobar que la silla y los estribos no se hayan aflojado, así como verificar que el caballo no haya sufrido lesiones.
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