“Stroller”, un pony irlandés mezcla de Connemara y Thoroughbred, se llevó a casa la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de México 1968 en la disciplina de Salto. Con solo 1,45 metros a la cruz, “Stroller” superó a caballos mucho más altos que él, demostrando que la grandeza no siempre se mide en centímetros.

Originalmente vendido al carnicero inglés Ted Cripps, “Stroller” fue regalado a su hija Sally, quien compitió con él hasta que cumplió nueve años. Reconociendo su potencial, Sally lo vendió al entrenador Ralph Coakes. Fue entonces cuando la hija de Ralph, Marion, se hizo cargo de “Stroller”, formando un binomio imparable.

A los 18 años, Marion ya había ganado el Mundial femenino y la Copa Reina Isabel II junto a “Stroller”. En 1967, triunfaron en el Derby de Hickstead, siendo los primeros en realizar un recorrido sin faltas. Ese mismo año, en Amberes, “Stroller” saltó un obstáculo de 2,03 metros de altura.

El logro más memorable de “Stroller” fue en los Juegos Olímpicos de México 1968. Logró un primer recorrido limpio y obtuvo la medalla de plata tras sumar solo ocho penalizaciones en la segunda ronda. La competición era extremadamente difícil, con un recorrido que solo cuatro de los 87 participantes completaron en el tiempo establecido.

Después de los Juegos, Marion fue nombrada Deportista Británica del Año, siendo la primera mujer en ganar una medalla olímpica individual en equitación, y “Stroller”, el primer pony en competir en unos Juegos Olímpicos. Juntos continuaron triunfando hasta que “Stroller” se retiró a los 21 años, habiendo ganado 61 competiciones internacionales y la admiración de todos los aficionados.