La iniciación de un potro es un tema en torno al que no siempre hay consenso, aunque sí hay una serie de pautas en las que la mayoría de los profesionales ecuestres coinciden.
El primer paso es siempre conseguir que el potro se acostumbre al ser humano, lo cual pasa por que acepte la cercanía física, se deje acariciar por todo el cuerpo y aprenda poco a poco las normas de convivencia humano-caballo, incluido el ramaleo. Esta fase hay que iniciarla lo antes posible, teniendo siempre cuidado de no interferir en la relación madre-potro ni en su rutina durante los seis primeros meses, que deben seguir su curso natural para favorecer un desarrollo adecuado a nivel físico y mental.
Luego vendría la doma básica pie a tierra, es decir, la habituación a las bridas, la embocadura, la silla y las ayudas básicas. Muchos profesionales inician esta fase en el segundo año del potro, mientras que otros son partidarios de esperar a los tres años.
Y finalmente estaría la introducción a la monta del caballo. Si bien hay quien la introduce a los 3 años y a los 4 años ya empieza a aumentar el nivel de exigencia, los últimos estudios apuntan a que no deberían montarse hasta que hayan cumplido al menos los cuatro o cinco años, en función de la raza, a fin de no afectar su crecimiento y desarrollo óseo.
A partir de ahí, sería el momento de empezar con ejercicios específicos, en función de la disciplina que vayamos a practicar. Como vemos, la edad ideal para hacerlo no parece estar clara. En cualquier caso, debe hacerse de forma paulatina y gradual, para que los músculos del caballo se vayan habituando poco a poco a nuevas formas de moverse.
“Los caballos jóvenes deben ser educados de forma que no solamente quieran al hombre, más aún, que lo busquen”
Foto: Paloma Redonnet
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