Vamos a empezar esta sección denominada #horseofalifetime con la historia de una pequeña crack que se ganó la admiración de todo el que pudo verla en las pistas: “Mil Amores”, del jinete internacional Benito Yñiguez Rivero.
“Mil Amores” fue criada por Wanda de Ligne, en la yeguada que tenía en Badajoz, era Anglo-árabe y la desbravó Ramón Muguiro. Ramón le habló de la yegua, le dijo que tenía un carácter complicado pero que en libertad saltaba muy bien. En el momento en que sus caminos se cruzaron, la yegua estaba en la hípica Puerta de Hierro de Madrid. Avisaron a Beni de que la iban a vender al día siguiente y, ni corto ni corto ni perezoso, se plantó en el club con su remolque.
La primera impresión no fue buena: flaca, pequeña, fea…, la segunda no fue más positiva, incapaz de montarse para probarla, se tiró para atrás, se puso de manos…; a la tercera fue la vencida, decidió saltarla en libertad y cambió su percepción sobre ella, volaba!. Os sonará surrealista pero no pagó más de cien mil pesetas (600 euros actuales) por ella, y como un acto de fe pensó que quizás con trabajo y empeño podía hacer que saltara igual montada, y así fue. La yegua acababa de entrar en seis años y Beni tardó más de medio año en poder debutarla; con un carácter realmente complicado, “Mil Amores” nunca se lo puso fácil. Muchas horas de trabajo duro, muchos cuidados y cariño acabaron dando sus frutos. Empezaron saltando una prueba de 1mt para acabar compitiendo las pruebas de 1.30mt a finales de año. En ese momento Beni fue consciente de que la yegua era mucho mejor y más dura de lo que él nunca había pensado. A medida que fue mejorando en el trabajo y la doma se le fue dulcificando el carácter, tanto que al final, como indicaba su nombre, era un puro amor.
La yegua acabó estando tan domada que en la final de un Campeonato de España Absoluto (cuando en la final los cuatro finalistas competían con los cuatro caballos), los tres jinetes diferentes a su propietario salieron encantados con ella y fue el mejor caballo de la final. Con ocho años corrió su primera prueba importante: la Copa del Rey en el CSI de Madrid. Con nueve años ya debutó en sus primeras pruebas de 1.60mt. A pesar de su 1.58 a la cruz, su valentía, su talento y sus “ovarios”, unidos a la fe ciega que Beni tenía en ella, hicieron que no existiera obstáculo capaz de presentarle un problema a esta negrita extremeña.
Beni destaca lo dura -física y mentalmente- que era; en ocho años que estuvieron juntos jamás tuvo un problema ni una lesión, nunca dijo que no a nada y siempre quiso hacer las cosas bien. Su jinete nos cuenta que en esos años los caballos no viajaban con las comodidades que hay ahora, hacían rutas de concursos súper duros en muy poco tiempo y prácticamente no podían descansar. Como anécdota, después de correr Gijón, Pinerolo, Linz y La Baule, todos los caballos que competían llegaron a la Venta de la Rubia y al bajar la rampa todos estaban cabizbajos, agotados… y ella bajaba galopando y con la cabeza bien alta. Entre sus resultados más destacados están dos victorias en los Grandes Premios A de León y Salamanca, dos segundos en los As de Burgos y Sevilla, ganadores del Gran Premio de Córdoba dos veces, segundos en el Gran Premio del CSI de Vigo, quintos en el Gran Premio Copa del Mundo de Sevilla, segundos en el Gran Premio Invitacional de Montenmedio, medalla de bronce en los Juegos Mediterráneos, miembro del equipo nacional en cuatro Copas de Naciones, en dos de ellas fueron los mejores clasificados.
Con trece para catorce años la vendió a Gialuca Gorla, a Italia, a través de Fernando Fourcade, pasando una visita veterinaria impecable con muy buenas radiografías, paradójicamente las primeras que le hicieron en toda su vida. A Beni le costó muchísimo desprenderse de ella, fue un palo muy gordo, cuando has compartido tanto y el vínculo es tan fuerte, es como si te arrancaran un pedacito de lo que eres, pero cuando te dedicas a esto profesionalmente y más en España, tienes una familia, con las responsabilidades que ello conlleva, por desgracia es prácticamente imposible cumplir el sueño idílico de retirar un caballo y tenerlo en tu casa hasta el final. Como una cosa no quita la otra, Beni se aseguró de que fuera a una buena casa, donde la iban a cuidar como una princesa.
Allí compitió dos años más con buenos resultados y sus últimas noticias fueron que la iban a mandar a criar. Una pena no saber más de ella, pero en una época en la que internet era muy básico, no había redes sociales ni prácticamente forma de mantener el contacto, era muy difícil poder seguirle la pista. “Mil Amores” fue de esos caballos realmente mágicos, con “estrella”, un caballo de los que te cambia la vida. Beni dice emocionado que nunca ha montado un caballo ni parecido, dice agradecido que todo lo logró gracias a ella. Hay caballos que merecen ser recordados, esto esta dedicado a refrescar la memoria de los que los pudimos ver en directo, y a las nuevas generaciones, porque hay binomios que son historia de nuestro deporte y pura cultura hípica.
Gracias Beni por compartir con todos vuestra preciosa historia. No sé a vosotros, pero a mí me ha puesto los pelos de punta.
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