La detección temprana del síndrome de Cushing en caballos es fundamental para retrasar su progresión y evitar la aparición de complicaciones subyacentes. Aunque a veces se atribuye un pelaje rizado y más largo de lo normal a factores genéticos y ambientales, en ocasiones, este cambio puede ser un signo del síndrome de Cushing, una enfermedad endocrina que afecta la calidad de vida de los caballos, especialmente aquellos mayores de 18 a 23 años.
A pesar de que los síntomas pueden confundirse con el envejecimiento normal, el síndrome de Cushing es bastante común en caballos de edad avanzada, afectando a aproximadamente el 20% de los caballos y ponis mayores de 15 años. También se conoce como disfunción intermedia de la pituitaria o Ppid, y se origina por un aumento en la parte intermedia de la glándula pituitaria, encargada de regular la liberación e inhibición de hormonas. Cuando los caballos padecen esta enfermedad, los mecanismos de inhibición se ven reducidos, lo que conduce a una liberación excesiva de hormonas. Esto provoca que las glándulas adrenales produzcan más cortisol, la hormona del estrés, y desencadena una serie de síntomas característicos, incluyendo hipertricosis (pelo largo y rizado), pérdida de masa muscular, disminución del rendimiento atlético, letargo y sudoración anormal. La laminitis, una inflamación dolorosa en las láminas sensibles del casco, también puede estar presente, así como problemas reproductivos, depósitos de grasa en la región de la crin y el inicio de la cola, déficits neurológicos y ceguera, entre otros.
El médico veterinario zootecnista Bernardo Reyes Bossa, experto en medicina equina, señala que para determinar si un caballo está afectado, es esencial prestar atención a estos síntomas y someter al animal a exámenes con un especialista para evaluar su severidad y determinar el tratamiento adecuado. Además de los medicamentos recetados por el veterinario, una dieta baja en carbohidratos puede ayudar a compensar la pérdida de masa muscular causada por la enfermedad. El control dental, la revisión regular de los cascos y la implementación de planes de vacunación y desparasitación son medidas clave para garantizar su bienestar.
El diagnóstico temprano es fundamental para evitar que el síndrome de Cushing se desarrolle notablemente en el caballo y así asegurar su salud durante la vejez del animal.
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